“Son apenas el inicio de una etapa distinta, acorde con el sentir del ‘nuevo ciclo’”.
María de los Angeles Fernández Ramil
Directora Ejecutiva Fundación Chile 21
No deja de ser esperanzador que, luego de varios intentos, la ley de cuotas que establece un equilibrio de no más de 60% ni menos de 40% por cada sexo en las listas electorales pueda ser aprobada. Desde 1990, las chilenas han visto estrellarse sus posibilidades concretas de ser candidatas en una supuesta igualdad formal. Según el experto electoral Mauricio Morales, en promedio, desde 1989, la tasa de nominación de las mujeres es de 15,4%.
Sin embargo, cuando les toca competir, son electas el 22,2%. Los hombres, en tanto, con una tasa de nominación que promedia el 84,6%, logran una elegibilidad de poco más del 30%. En consecuencia, si la brecha de nominación entre hombres y mujeres es de casi 70% (84,6-15,4), la brecha de elegibilidad no sobrepasa el 8%. Por tanto, es razonable esperar que, con una ley como la propuesta, no sólo se mejore sustancialmente su tasa de nominación, sino también la de elegibilidad.
Sin embargo, la insistencia en unas cuotas de las que gozan la mayoría de los países de la región —pero nunca llegaban a Chile— parece haber jugado en contra de ampliar las variadas dimensiones de la lucha por la igualdad de género. No resulta raro que, cuando el tema es mencionado en el seno de la clase política, no falten quienes saltan cual resorte, asimilándolo con las cuotas. Ignoran, o bien olvidan, que se trata de un mecanismo que, si bien ha mostrado ser eficaz en muchos lugares, es apenas un aspecto de los muchos a enfrentar cuando se habla de las desigualdades que experimentan las mujeres en razón de su sexo. Es por ello que la propuesta, que se espera sea enriquecida en el debate legislativo, debe ser vista como apenas el inicio de una etapa distinta, acorde con el sentir del denominado “nuevo ciclo”.
La discusión de ingeniería electoral que se avecina debiera transcurrir en paralelo a debates estratégicos acerca de los lugares de poder que ocupan las mujeres y la forma en que lo hacen. Chile tiene hoy casi 40% de ministras, en el rango de la paridad flexible. Sin embargo, no es por sus manos que transcurren las tres reformas consideradas como emblemáticas. Más interrogantes levanta que la única mujer que integra el comité político como titular de la Segpres, Ximena Rincón, se perciba despojada de la tramitación de la reforma electoral. En cambio, se anotará un punto si logra neutralizar los apetitos que se levantan desde otras carteras para usurparle el liderazgo del proceso que conduzca a una nueva Constitución.